De qué forma la atención plena me ayudó a hacer frente al cáncer

April 4, 2018
Valérie Sanja Tettinek

Valérie Tettinek trabajó como ejecutiva de nivel sénior para importantes corporaciones durante casi 2 décadas. Ahora se especializa en asesoramiento, capacitación y orientación, especialmente para realizar cambios positivos en la atención médica y del cáncer.

Cuando me diagnosticaron sarcoma sinovial tenía 34 años de edad; me dijeron que tenía 6 meses de vida. Eso fue hace 7 años. En ese momento, trabajaba como ejecutiva en una corporación internacional de aeronáutica. Cuando me enteré de que tenía cáncer, me abrumó y me intimidó una catarata enorme de emociones. Tengo experiencia en el control de crisis por lo que había recibido capacitación para hacer frente al estrés y desarrollar una mayor resiliencia, pero me di cuenta de que confundía el concepto de “actuar duro” con el de “tener una mente fuerte”. Me di cuenta de que necesitaba aprender cómo comprender, aceptar y controlar mis emociones durante y después del tratamiento del cáncer.

Después de escuchar una entrevista radial, aprendí acerca de la inteligencia emocional y la atención plena, y decidí hacerlas parte de la manera en que haría frente a mi diagnóstico de cáncer. La inteligencia emocional describe cómo reconocemos emociones en nosotros mismos y en los demás, y cómo usar nuestras emociones para hacer frente a las situaciones. La atención plena es sentir curiosidad y mostrarse abierto a lo que sucede aquí mismo, ahora mismo, en el cuerpo y la mente. Practicar la atención plena puede fortalecer la inteligencia emocional. Juntas, me empoderaron para que hiciera frente a lo que funcionaba y lo que no funcionaba en mi vida.

Primero, me tuve que evaluar a mí misma. Tornarme resiliente suponía aceptar varias cosas sobre mí:

  • No podía hacer todo sola. Tuve que acostumbrarme a pedir ayuda. Solía pensar que podía hacer cualquier cosa y, en definitiva, terminaba totalmente agotada, tanto física como mentalmente. Antes de mi diagnóstico de cáncer, siempre “daba” pero nunca supe cómo practicar “el arte de recibir” y eso generaba mucha frustración entre mis amigos.

  • Tenía que permitirme ser vulnerable. Tuve que reconocer lentamente que ser vulnerable es un signo de fortaleza y valor, no de debilidad.

  • Tuve que ceder el control. Intentar controlarlo todo es agotador. Me di cuenta de lo cierta que es la frase “en la vida, el 10 % es lo que sucede y el 90 % es la forma en que uno decide reaccionar ante ello”. No se pueden controlar las circunstancias externas, pero uno puede hacerse cargo de sus pensamientos, emociones, comportamientos y acciones.

  • Comencé a respetar y honrar a mi cuerpo. Solía tratar a mi cuerpo como si fuera una máquina que podía tolerar cualquier dolor. Cuando transitaba mi experiencia con el cáncer, a menudo me sentía tentada a “rechazar” mi cuerpo u odiarlo porque sentía que me había decepcionado. Practicar la atención plena me enseñó a cuidarme, amarme y sentir compasión por mí misma.

La atención plena desde diferentes maneras

Dedico entre 2 y 3 minutos por vez a la atención plena; hasta un máximo de 20 minutos por día. Estos breves momentos usados en la atención plena se llaman “microprácticas”. Intento hacer que las prácticas de atención plena sean parte de mi rutina matutina con la mayor frecuencia posible.

A continuación se incluyen 5 prácticas que me han funcionado bien:

  1. Respirar. Conectarme con mi respiración me permite vaciar la cabeza y silenciar mis pensamientos constantes. Me regresa al presente en lugar de vivir en el futuro o en los momentos en que me siento angustiada. Por ejemplo, dedico aproximadamente 1 minuto para este ejercicio y digo: “doy lo mejor de mí” mientras inhalo y luego, “dejo ir el resto” mientras exhalo.

  2. Meditación/diarios personales. La meditación, junto con los diarios personales, son una excelente experiencia y herramienta para calmar la mente. Me permite una reflexión más profunda. Esta práctica me ayuda a comprender mejor lo que verdaderamente es importante para mí, aquello que necesito en ese preciso momento. Me gusta seguir la práctica llamada “RAIN”, desarrollada por Tara Brach.

  3. Anotaciones matutinas. Durante 30 días consecutivos, realizo una práctica diaria. Todos los días, elijo 1 emoción fuerte, como el temor, la desilusión o la ira, y luego, durante 15 minutos anoto todos los pensamientos que se relacionan con esa emoción. Esta práctica me ayuda a tomar consciencia de lo que sucede en mi vida.

  4. Exploración corporal. Durante una exploración corporal, se presta mucha atención a áreas específicas del cuerpo y se desarrolla consciencia de uno mismo. Normalmente, la exploración corporal se realiza mientras se está sentado. Se inspira y se lleva la consciencia a una parte del cuerpo para prestar especial atención a las sensaciones que produce.

  5. Exploración de mente, cuerpo y corazón. Uso este tipo de exploración cuando deseo conocer mi estado mental y emocional. Respiro 3 veces. Cuando respiro la primera vez, analizo mi cabeza: ¿qué pensamientos tengo? Cuando respiro la segunda vez, analizo mi cuerpo: ¿qué emociones siento? Cuando respiro la tercera vez, analizo mi corazón: ¿qué es importante ahora mismo?

Descubrí que el uso de la atención plena y la inteligencia emocional me ayudaron a incrementar mi bienestar, sentirme empoderada, ser más resiliente, estar agradecida, vivir plenamente y prosperar.

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